lunes, 2 de octubre de 2017

LIDERAZGO EN LA GESTIÓN DE SEGURIDAD

Sin lugar a dudas, el liderazgo es fundamental para una buena gestión de seguridad en todo tipo de organizaciones y empresas. La gestión eficaz de la seguridad es un factor que impulsa el éxito empresarial, por eso es importante que los directivos adopten posturas de liderazgo en materia de seguridad, al mismo tiempo que sus otros deberes y responsabilidades.
En su conferencia, en el pasado Congreso Latinoamericano de Seguridad ASIS México 2017, Paulino González presentó algunos de los principales resultados de un estudio en el que participaron cerca de cien expertos de la industria de la seguridad. Identificaron 4 áreas indiscutibles que todo profesional de la seguridad debe desarrollar para convertirse en un líder: Valores, Competencias, Habilidades y, finalmente, Conexión con el entorno. Ser un líder de seguridad debe ser el objetivo de todo aquel que forma parte de esta industria.
La seguridad en el trabajo abarca un conjunto de medidas empleadas para prevenir accidentes y eliminar las condiciones inseguras del ambiente, así como convencer a las personas sobre la necesidad de implantar practicas preventivas. En este sentido, el deber del directivo es ofrecer orientación estratégica para la gestión de la seguridad y motivar al personal para que actúe con eficiencia y entusiasmo.
En todas las organizaciones existen riesgos laborales que pueden ocasionar accidentes, cuyas consecuencias pueden ir desde la interrupción de las actividades operativas, daños a propiedad, deterioro de equipos, lesiones personales a los trabajadores que ejecutan diferentes tareas, ocasionadas por riesgos físicos, químicos y biológicos, además pueden presentarse algunas enfermedades ocupacionales.
La salud es un derecho fundamental de todo ser humano. Por eso precisamente resulta inaceptable que las personas pierdan la salud, o incluso sus vidas, por realizar sus actividades laborales. Por eso las empresas han desarrollado estrategias de control, como son las políticas, las normas y procedimientos, sobre los factores de riesgo que puedan afectar la seguridad y la salud de los trabajadores.
Un liderazgo activo en la gestión de seguridad debe demostrar un compromiso claramente visible, por parte de los directivos, con la seguridad en el lugar de trabajo y el bienestar de los empleados. Ese compromiso activo debe ir acompañado de unos niveles elevados de confianza en la organización.
El liderazgo activo puede demostrarse con la adopción de estrategias y políticas integradas sobre seguridad y salud, así como estructuras de dirección eficaces. En el nivel de los directores y supervisores, el liderazgo activo puede propiciarse a través del uso de sistemas eficaces de comunicación.
Los directivos pueden, y deben, animar a los empleados a participar activamente en la promoción y la protección de un lugar de trabajo seguro y saludable. Esto puede lograrse facilitando información y capacitación. Fomentar y propiciar la participación de los empleados puede conseguirse a través de una comunicación eficaz entre los trabajadores y los directivos, que deben ser receptivos a las aportaciones y comentarios de los empleados.
El liderazgo y la gestión de seguridad debe incluir procedimientos eficaces de evaluación y revisión. Tal vez sea necesario contar con la asesoría de expertos en la materia, que ayuden a establecer esos procedimientos de evaluación y revisión. Los directivos deben procurar que se supervise, se elaboren informes y se revise el desempeño en materia de seguridad, buscando la mayor transparencia.
Las políticas y las prácticas en materia de seguridad deben estar dirigidas desde arriba, y los directivos de la organización desempeñan un papel importante como guías de las iniciativas y modelos clave de conducta. Un liderazgo firme y visible, y unos directivos comprometidos, proporcionan a este enfoque la dirección y el contenido adecuados. De esta forma se deja claro para todos que la seguridad es una cuestión estratégica en la empresa.
Una buena gestión de la prevención requiere de la aplicación de tres principios: un liderazgo eficaz y sólido, la participación de los trabajadores y el compromiso constructivo de su parte y, finalmente, evaluación y revisión continuas.

Las empresas y organizaciones deben consultar con sus empleados las cuestiones relacionadas con la salud y la seguridad en el trabajo. La participación de los trabajadores contribuye al establecimiento de una cultura de diálogo. Por ello la aportación de los trabajadores resulta especialmente valiosa en la evaluación de riesgos, la elaboración de políticas, la formulación de observaciones y la puesta en práctica de las acciones.

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